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jueves, 13 de febrero de 2020

A

Antonio de Nebrija (Dic.del romance al latín)


A.


Aaça val., azaya cast. en Antonio de Nebrija (Dic.del romance al latín). Lanza. La palabra valenciana, según Engelmann, se deriva de açá, lanza, vara, cayado, pértiga, palo de cierta forma en Fr. Pedro de Alcalá, y asta, baculus en Raimundo Martín, o de açá, asta, baculus pastoralis, que trae el lexicógrafo catalán en su Voc. lat. ár. Ejemplos del vocablo *ár en el sentido de lanza se hallan en la Dajíra de Aben-Basám, en Aben-Aljatíb (cód. del Sr. Gayangos, folio 182 r.) y en Abdelwáhed (History of the Almohades, p. p. 182). V. Dozy, Recherches, II, Appendice, p. XII, nota 2.a de la 2.'a ed. y a Malo de Molina, Rodrigo el Campeador, Apéndice, p. 122, que reproduce el pasage de Aben-Basám. La forma *ar que, con ser antigua, es rechazada por los puristas, era de uso común entre la gente letrada y popular, según lo declaran el proverbio *ar "en su primera razia se rompió su lanza", y los Libros alfonsíes del saber de astronomía (edición de 1863, t. I, p. 25), donde se lee: "e dizen a la asta en aráuigo açat, açaya." V. Dozy, Supplément aux dictionnaires arabes. 

En cuanto a la azaya morisca, tetum punicum de Nebrija viene de la forma *ar açáya. 

Como el vocablo valenciano aaça solo se encuentra en significación de lanza en el Voc. de P. de Alcalá y en los historiadores españoles Aben Basám y Aben-Aljatíb, pues el empleado en dual por Abdelwáhed en el pasage apuntado pudiera traducirse por vara o palo, sin violentar el sentido, debo consignar, como remate de este artículo, a pesar de ser para mí indudable su origen arábigo, que Cristóbal de las Casas en su Voc. de las dos lenguas toscana y castellana trae azza por alabarda, cuya palabra azza, derivada a no dudar de hasta, se halla también en 
Ducange y en el Voc. de la Crusca. 

Aarif val. Lo mismo que alarife. 

Aba. Medida pequeña de tierra que corresponde a dos alnas. Es término usado en Aragón (v. Ordenanzas de Huertas y Montes de Zaragoza, cap. 205), en Valencia, Cataluña e Islas Baleares. La Academia dio por probable etimología de Aba la arábiga Auvala (v. Dic. de la lengua cast., 1.a ed., in v. Aba). Pero ni este vocablo se encuentra en los diccionarios árabes con tal significación, ni, aún de hallarse, podría, por razón de su forma, haber dado origen 
a Aba. Casiri propone dos etimologías, a saber: albáa y abá, decidiéndose por la última (v. su Dic, ms. de la Acad. de la Historia). Pero esta voz no significa alna, sino "cañas, cañaveral." La verdadera etimología es álba'a (aba, sincopado el lam del art. ár., cf. ana del lat. ulna, *gr), "passus" en R. Martín, "paso del que pasea, passada tendida" en P. de Alcalá, "orgya vulgo brassa; extensionis manus utriusque distantia" en Freytag, "braza, medida de longitud equivalente a dos brazos extendidos" en Kazimirski, Marcel, Bocthor y Catafago, 
"braza, medida de longitud de seis pies" en el P. Lerchundi y Simonet (v. Voc. de la Crest. Aráb.- Española), que corresponde casi exactamente a la que da el Dic. de la Academia a las dos alnas del marco belga, de que se compone la Aba. 
Demás de esta, la palabra Aba tiene en portugués y gallego la significación de falda, halda o cola de todo vestido talar, falda o extremidad de un monte. En este sentido derívase, a mi parecer, de háfa o haffa, extremidad de una cosa, borde, aba por la aféresis del h y la conversión de la f en b. Cf. algebna de alchefna. 
Finalmente, el vocablo Aba, que se encuentra en el dic. Mall. como nombre de un tejido de lana que se fabrica en Oriente y como una especie de xamberga sin mangas, viene del árabe *ar o *ar aba, denominación de una estofa y de un vestido de lana o de pelo de camello, de listas anchas, blancas, pardas o negras, abierto por delante, sin cuello y con un rudimento de mangas para pasar los brazos. V. Dozy Dict. des vêtements, 292 y sig. 
Alix, que comienza su Glos. por esta voz, dice que es especie de gabán corto, sin mangas, abierto por delante. Pero el P. Terreros, de quien debió tomar el vocablo el malogrado cuanto modesto e ilustre orientalista, lo define diciendo que es especie de vestido que usan los turcos en lugar de capa, debiendo haber añadido que el mismo nombre se da a la tela de que se hace, como puede verse en Redhouse (Turkish Dict. in v. *ar. La Academia no ha admitido en su Dic. esta voz exótica que se encuentra en el Viaje de Tierra Santa de Fr. Antonio del Castillo, capítulo 4, citado por Terreros. Tráela Pihan en su Glos.; más su omisión por Díez y los etimologistas de la lengua francesa prueba no hallarse incorporada en ella; y si yo le doy cabida en este trabajo, no lo hago por castellana, sino por mallorquina y además porque esta voz, en la Edad-Media, era de uso popular y común entre los moros andaluces, aunque solo con la significación de lodex, cubierta o manta de cama, según se lee en R. Martín; pero que debió de hacer los usos de capa, lo demuestra su sinonimia con quisa, alquicel, vocablo que el ilustre lexicógrafo catalán interpreta también por lodex, a la manera que la almalafa servía a las moriscas de sábana de cama (malafa serir), linteamen en el escritor citado, y de manto, como se declara en el siguiente pasage del razonamiento de Francisco Nuñez Muley al Presidente de la Real Chancillería de Granada: "Veamos la pobre mujer que no tiene con qué comprar saya, manto, sombrero y chapines y se pasa con unos zaragüelles y una alcandora de angeo teñido y una sábana ¿qué hará?" (V. Mármol, Reb. de los moriscos lib. II, cap. IX). 

Ababa cast. Lo mismo que 
Ababol cast. y val. abeból val., hababol en R. Martín, papolapapoula port., emalopa basc. y amapolahamapola cast. Aunque estos vocablos proceden del latino papaver (V. Díez, Etymologisches Wörterbuch y a Donkin, Etymological Dictionary) sus actuales formas se derivan respectiva e inmediatamente de hababaura, que se registra en R. Martín por hababol, y de happapaura que se lee en P. de Alcalá. La etimología corresponde al clarísimo Covarrubias, el cual en el art. amapola dice que esta voz parece traer origen de papaver, añadiendo que Francisco Sánchez Brocense asegura ser nombre arábigo de happapaira. Finalmente, Cabrera (Dic. de etim. de la lengua cast.) deriva las voces ababa, ababol y amapola de papaver. 
No se comprende como Dozy, versadísimo en Covarrubias y que debía conocer el Diccionario de D. Ramón Cabrera, pudo incurrir en el error de dar a la palabra amapola un origen arábigo, como lo hace en el art. hamapola de su Glos. Por fortuna, sacóle de su error el siguiente 
pasage del Zád almosáfir de Aben-Alchazzár (cód. de la Bib. Esc. que cita Simonet a la p.151 de su Glos.): El anémone es la amapola, y rectificándose, añade: creo, en vista de esto, que los árabes españoles han formado esta palabra de la latina papaver haciéndola preceder de ha, acaso por la influencia del árabe *ar. Las tres p de Alcalá arguyen un origen latino, pero no es menos cierto que las formas españolas lo traen de la arábiga. (V. Suppl. 2.me liv., p. 242, 2.a col.) 

ABACERÍA. El puesto o tienda pública donde se vende aceite, vinagre, bacalao, legumbres secas, etc. (Acad.). Alix deriva esta voz del persa abzar, pl. abazir que significa las legumbres aromáticas con que se condimenta la olla; pero su origen, a mi ver, es el vocablo lat. macella, 
pl. de macellum, que se encuentra en Varrón, *gr, plaza, puesto, lugar en que se vendían los comestibles en varios parages con separación, y por sinécdoque las provisiones, vituallas o mantenimientos que se expenden en el mercado para el consumo cuotidiano. Per synecdochen est ipsa macelli annona, seu cibi qui in macello venduntur: (V. Forcelini, Lexicon in v. macellum). De macella, por la adición de una i a la II se hizo macellia, como de castella se hizo castillia (V. Yepes, Chron. Ord. S. Bened. I ap. Du Cange Glos. in v. mannería, y cf. castillia por castella en Aben Hayan ap. Aben Aljatib, intr. a la Ihata, cód. del Sr. Gayangos), y mediante la sustitución de la m por la b y de la l por la r bacería y con la prótesis abacería. 

Abad, abbát, abbe cast. abát cat. val. mall., abadea basc. abbade port. Derívase esta voz del ablativo de Abbas-atis, y esta a su vez de la syr. abba, padre, anciano, vocablo que, como observa Gesenius (Lex. hebr. et chald.) se encuentra en todas las lenguas semíticas / Aita vasco: padre; ama: madre). A esto se debe que, entre otros, el Cardenal Saraiva (Glos. de vocab. port. derivados das linguas orientaes) y después Alix dieran el hebreo ab por etimología de las palabras españolas. Fue introducida del arameo en el lenguaje eclesiástico por S. Agustín y S. Gerónimo en el siglo IV (V. Brachet, Dict. Etym. de la langue française), siendo de notar que en un principio se dio este título de respeto a todos los monges (V. Scheler, Dict. d'etym. de la lang. fr.) / Después, a los monjes se les llama frater : hermano , pero también padre al cura /

Abada cast. y port. Según Buffón, en la India oriental, en Java, en Bengala y en Patane dáse este nombre al rinoceronte. Entendió la Academia en la primera edición de su Dic. que Abada era la hembra del rinoceronte, fundada acaso en la interpretación de uno de los versos de un soneto de Góngora, error en que incurrieron el P. Terreros y Domínguez (V. Castro, Dic. de la leng. cast.) "No se había visto este animal en Castilla - nos dice Huerta - hasta nuestros tiempos, en los cuales trajeron uno presentado al rey Felipe II: trajéronle de la Fabana o Habana, islas de los reinos de Portugal y así comunmente le llamaron Habada (V. Huerta, Trad. de Plinio, I, p. 387). 
La voz abada, cuyo origen da Huerta por antojo, es corrupción de uahidi por transposición del alef síncopa del hi medial y conversión de la i final en a, auada o abada, palabra que trae Jacksón en significación de rinoceronte (V. Dozy, Suppl.) 

Abalgar cast. y cat. Especie medicinal purgante. Es término antiguo que trae el servidor de Abulcasís, trat. 2, folio 26 (Dic. de la Acad., 1.a ed.). Esta voz se compone de las arábigas habb-algár, baya de laurel que con la significación de bacca se encuentra en R. Martín. 

Abalorio cast. y val. abalori val. avelorio port. Pedazos de cuentas pequeñas de vidrio, de varias formas, colores y tamaños. Úsanse las grandes para adornar las popas de los barcos llamados sacalevas y chaitías, y las pequeñas para rosarios, collares, guarniciones de vestidos, pulseras, etc., etc. 
Sin parar mientes en que el vocablo abalorio es el griego *gr como lo hizo notar Marina, tomándolo de Golio, el latino beryllus que menciona Plinio en su Hist. Nat. y el castellano beril que se halla en Nebrija, voz que P. de Alcalá traduce por bolara en su Vocabulista, y que 
estas mismas procedencias asigna Freytag a la dicción arábiga traduciéndola por beryllus, citando el lugar de Plinio (XXXVII, 5) en que se encuentra, el etimólogo español y después de él Engelmann y Dozy atribuyeron a la castellana un origen arábigo, haciéndola venir de 
alballor, billaur y bollara en R. Martín, cristallus, beril, cristal, piedra preciosa en P. de Alcalá. 
Sentado el origen griego de abalorio, que reconoce al fin Dozy en su Suplemento, por más que su introducción en las lenguas y dialectos de nuestra península bajo su actual forma se deba a los árabes, pienso que la etimología de Marina, reproducida por los doctos orientalistas holandeses, puede ser sustituida por el adjetivo billaurí, cristalino, de cristal, que cuadra mejor con la significación y forma de las dicciones españolas, que la oriental propuesta por los etimologistas citados, con la cual no es dable explicar sin violencia sus terminaciones en i, io. Prefijado el art. ár. al con supresión del lam y contraído el diptongo au en o resulta el Abelori val., y, añadida la terminación o, las formas cast. y port. 

Abanico port. Esta voz, que identifica Dozy con albanega y que tenemos en nuestra habla castellana bajo las formas abanillo, adorno de lienzo afollado de que se formaban los cuellos alechugados que se usaron en otro tiempo, y abanico, porción de gasa u otra tela blanca, de 
una tercia de largo, con que las mujeres guarnecían en ondas el escote del jubón, según las definiciones de la Academia, no trae su origen del árabe sino de la palabra abanico, dim. de abano, fr. van, lat. vannus, cuya radical se encuentra en el sánscrito vá, flare, spirare, de vento (v. Wilson, Sanscr. Dict. y Bopp, Gloss. -Sanscr., Alois Vanicek Etym. Vörterbuch der Lateinischen Sprache, p. 149, y a Zehetmayr, Lex. etym. lat.-sanscr. comparativum, p. 281), nombre aplicado a aquella especie de cuello o gorguera por la semejanza de su figura. "Compunhase, léese en Sta. Rosa de Viterbo (Elucidario), de huma tira de garça, ou volante, da largura de huma mâo travessa, tomada em prega." 

Abarráz, abarrazo, albarraz, avarráz, fabarráz, favarráz, habarras, havarraz cast., paparáz, paparráz port. De habb-ar-rás, lit. grano de la cabeza, denominada vulgarmente hierba piojera. Es la staphysagria, que nuestro Nebrija interpreta por uva silvestre y albarraz, staphys en Plinio, llamada también por los árabes zebíb-alchábal, uva de monte. V. Aben Albeitár, Traité 
des simples, trad. Leclerc, t. I, p. 399 y II, p. 196. La etimología es de Rosal (Dic. ms. de la Bib.-Nac). Aunque, por pedirlo así el orden alfabético, antepongo abarráz, que se encuentra en Suárez (De la excelencia de los caballos, fol. 118), a las otras formas, debo hacer constar que, desde el siglo XV, la más en uso entre la gente popular es albarráz. 

Abasis cast., mall, y port., abasí, ahassí mall. De ab-basí, nombre de una moneda corriente en el reinado de Chah Abbás, que valía cuatro chajis. V. Bergé, Dict. Pers,-Franç. Sousa, de quien es la etimología, dice que es moneda de plata que corre en el Asia, cuyo valor es de 80 reis, la cual tomó su nombre del califa Abbás, que la mandó acuñar. V. Vestigios da lingoa ar. em Portugal. 

Abbarrada port. Vaso de barro para beber o de loza de la India en que se ponen flores. Sta. Rosa, Elucid. De albarráda "vaso para beber, jarro con dos asas" en P. de Alcalá. 

Abdelari cast. y mall., abdelavi cast. Melón de Egipto. De abdelaví, nombre del melón en Siria. V. Bocthor. 

Abdest mall. Ablución usada por los turcos. De ab-dest y "ablución." V. Redhouse, Turk. Dict. 

Abducar cat. y mall. De ad-ducár o adz-adzucár, "cierta especie de seda de inferior calidad." Cf. aducar. 

Abech, ant. mall. Manto real. Acaso proceda esta voz de abáya, forma sinónima de *ar o *ar "manto o capa" en Catafago, "manto con mangas cortas de tela rayada adornada de dibujos" en Bocthor (sobre este género de vestidura v. Dozy, Dict. des noms. des vétem., p. 297), o 
mejor, como lo pide de suyo la ch final del voc. mall., de habíc, "bene texta vestis" en Freytag Tal vez el término mall. no sea más que el hebr. abbéged, por apócope abég, vestis en el Génesis y en el Libro 1.° de los Reyes, sinónimo de los griegos *gr, vocablo este último que vale habit, vêtement, manteau. V. Alex. Dict. Grec-Franç. 

Abela, abelu. Llaman así en España al llanto que hacen los moros y los judíos cuando se les muere algún pariente. Guadix, Dic. ms. de la Bibl. Colombina, B. 4.a 450 11. 
Una y otra voz vienen de la hebrea ébel, luctus (luto), plangor (plañir), llanto, gritos de dolor, con golpes en el pecho y rostro, especialmente por los muertos, nombre derivado del verbo ábal, moeruit (morir). V. Gesenius, Lexicon. 

Abellota val. Lo mismo que bellota. 

Abelmeluch poit. y mall. Especie de uvas. De habb-el-melúc, lit. grano o baya de los reyes, que traen Humbert, Marcel y Hélot en significación de cereza, y R. Martín bajo la forma habb-almolúc en el art. ceresa. Los habitantes del Magreb y de Andalucía dan este nombre a la cereza de Balbec, *ar. V. Aben Albeitár, Traité des simples, trad. de Leclerc, t. 1, p. 400. 
Aben Loyón, en su Poema de agricultura, dice, hablando del origen de esta voz, que se llamó Abelmelúc (grano de príncipes), porque por su ternura se deshace dulcemente en la boca. En mall. la voz Abelmeluch no tiene la significación portuguesa de uva ni la arábiga de cereza, sino la de una especie de ricino con propiedades purgantes muy activas que se encuentra en los alrededores de la Meca. Con efecto, según el autor de La Descripción del Egipto, XII, 136, el Abelmeluch es el nombre de una pepita o semilla purgante. V. Dozy, Supl. in v. *ar.

Abelmosco cast., abelmósc port. Semilla de una planta que crece en Egipto y en las Antillas. Sus hojas son de color verde oscuro y afelpadas. Aseméjanse mucho a las del malvavisco, por lo cual los modernos botánicos le dan el nombre de malvavisco afelpado de las Indias (Hibiscus abelmoschus de L.). La semilla es del tamaño de la cabeza de un alfiler grueso. Su olor participa del almizcle y del ámbar, de donde se ha derivado su nombre. Castro, Dic. 
Procede esta palabra de abb-elmósc, lit. grano de almizcle. La etimología se encuentra en Alix y Dozy, el cual observa que la voz abelmosco, que aún no figura en el Diccionario de la Academia, ha venido recientemente a nuestro idioma del francés abelmosch o mejor abelmosc. 
Abelmutxe mall. Esta palabra, que el Diccionario Mallorquín trae como sinónima de abelmeluch, me parece trasposición de almexút (especie de planta llamada por los botánicos polypodium crenatum y acrostichum dichos), precedida de *ar habb, baya o grano. 

Abencerrage. De Aben as-serrách, "el hijo del sillero (que hace o vende sillas de caballo), como se lee en H. de Baeza. V. Relaciones de algunos sucesos de los últimos tiempos del reino de Granada, p. 9. 

Abenúz cast., abenos mall. De abenús o abenúz, voz tomada por los árabes del griego *gr madera negra, y árbol del ébano lat. ebenus, ebenum y hebenum. En opinión de Gesenius las formas griega y latinas tienen un origen semítico, y cita en comprobación un pasage de Ezequiel en que se encuentra aquella voz, ligna ebena, si bien añade que de la lengua griega con terminación helénica pasó al árabe y al persa. Esta etimología la traen Rosal, Casiri, Marina y Alix, que hace también mérito del plural hebreo. 

Abercoch cat. Lo mismo que albarcoque. 

Abesana cast. y port. abezana, besana, vesana cast., vessana cat. Según Marina, de albésana, la reja del arado. Pero como la abesana es el surco o surcos que hacen las yuntas en la tierra con el arado y el lugar y tiempo de esta labor, y no el instrumento con que se ejecuta carece de fundamento la etimología. La voz abesana en estos sentidos viene del vocablo de la baja latinidad VERSANA, terra proscissa, ager de novo ad cultum redactus, ager proscissus et nondum satus, tempus, quo agri proscinduntur, derivado del verbo latino verso, volver, revolver, menear, mover de una parte a otra. Simonet. V. Ducange Glos. y cf. el port. vessar. 

Abhal, abhel cast. De abhel, sabina, yerba conocida en P. de Alcalá. Es el *gr de los griegos. V. Aben Albeitár (Traité des simples, trad, de Leclerc, t. I, p. 13) que lo identifica también con la sabina. Según Aben Alchazzár el abhel es en aljamia el enebro; pero que incurrió en error lo demuestran los escritores citados y con ellos Dioscórides. (V. Diosc. ilustrado por Laguna, lib. I, p. 62). 

ABIADOS. En tierra de Acevedo es abiad, blanco y denota blancos en plural. Guadix (Dic. ms. de la Bibl. Colomb.) La voz abiad, de donde se deriva la castellana, es un sing. masc. cuyo pl. es abid, como puede verse en R. Martín y en P. de Alcalá. La terminación del nombre abiados denota un pl. cast. formado de un sing. árabe. 

Abiar, abihar, albihar. Según Tamariz (Compend. de algunos vocabl. aráb. introducidos en la leng. cast.) son flores blancas y amarillas aliás narcisos. La Academia en la última edición de su Diccionario define el albihar: flor blanca, semejante a la del narciso o manzanilla loca. En sentir, pues, de la ilustre Corporación, el abiar, abihar o albihar ni es el narciso ni la manzanilla loca, sino una planta distinta con flores semejantes. En la primera edición de su Diccionario entendió la Academia que el albihar era la yerba conocida en Castilla por ojo de buey o 
manzanilla loca, añadiendo que acaso las flores del narciso se llamaron albihares por ser semejantes a las de aquella planta. Prescindiendo Dozy de Tamariz y de Covarrubias, que reproduce en su Tesoro la definición del lexicógrafo granadino, saneada por la grave autoridad de Alonso del Castillo, se limita en el artículo albihar de su Glosario a reproducir, con exclusiva aplicación a la planta ojo de buey o manzanilla loca, la etimología que apuntó la Academia en la primera edición de su Diccionario, tomada, a lo que pienso, del Dr. Laguna que trae behar como correspondencia arábiga de buphthalmos. 
Pero que la denominación arábiga del buphthalmos se aplicó por los moros andaluces al narciso, lo declara Almacari en varios pasages de sus Analectas. En la p. 198 del tom. II, se lee: "El narciso es el albihar entre los andaluces y es llamado alabahar". Con idéntica significación se encuentra la voz albihar en las poesías que trae aquel historiador a las páginas 199 y 368. Finalmente; en la 465 nos dice: el albihar es el narciso. Según Abu Hanifa y otros 
autores, los árabes orientales ciaban al narciso el nombre de bahar que menciona Almacari al final del primer pasage transcrito. V. Aben Albeitár, Traité des simpl. Vol. II, p. 435, trad. Leclerc. En Marruecos el vocablo albihar tiene, como entre nosotros, la doble acepción de ojo de buey y de narciso, el narcissus tagetta de L. Véase Lerchundi y Simonet, Voc. de su Crestomatia in v.

ABISMALES. Clavos de hierro de lanza.- Tamariz (Compendio de algunos vocablos arábigos introducidos en la lengua castellana). A mi parecer el vocablo abismales, plural del nombre abismal, cuya forma sing. no se halla en nuestros Diccionarios, no es otra cosa que el arábigo 
almusmár, clavus en R. Martín, clavo de hierro en P. de Alcalá, almismár en Marcel, Kazimirski y Bocthor, mediante la supresión del lam del art. y conversión del min en b y del ra de la terminación en l. 

Abit, habit mall. Carbonat de plom o blanquét. Término antiguo de química derivado del adj. ár. abit, albus, sin otra alteración que la conversión ordinaria de la d enfática final de dicción en t, como de alcaid (alcaide) se hizo en este dialecto alcait. 

Abitaque, término de carpintería, metátesis de las dos primeras articulaciones de tábac, cábrio, pieza de madera que sirve para la cubierta de una casa, la viga donde cargan los pares del tejado de una casa (V. Dozy, Supplement, in v. precedido del artículo al con supresión del lam. Del nombre árabe alterado y mudado el fatha, en kesra, se produjo abitaque. "Si las paredes son hechas de compañía entre dos omes, o por testigos, o por alguna manera, o por otro pleyto qualquier que sea, o si touiere vigas, o abitaques, y touiere las vigas de ambas las partes, o los abitaques; todo esto es señal que la pared es de ambas las partes; en otra manera, la tal pared, es del que sobre ella tiene cargo, y el alarife assí lo debe juzgar." Ord. de Sevilla, Tit. de los Alarifes, Cap. XXX, página 145. 

Abiva. Lo mismo que adiva. 

Abnue. Chacal o lobo cerval. De ebn ague, "hilax, animal ex cane et vulpe genitum" en Freylag. Gayangos. "Luego recudieron el lobo e el abnue et dijeron." Calila e Dymna, Prosistas anteriores al siglo XV, ed. de Rivadeneira, p. 30, col. I. 

Abonon. Lo mismo que albañal. 
Legusar ferie en sos pechos con ambos sus tucones 
Salie del sangre cuemo de abonones. 
Lib. de Alex., c. 994, Colec. De Poes. Cast. ant. al sigl. XV.

Abumelih. Un abumelih de oro. Testamento mozárabe de Toledo. Simonet. No dicen los dic. que he consultado, ni aún el de trages de Dozy, qué suerte de dije o arracada era el abumelih. Pero en el Supplément de este sabio orientalista registro la palabra abumelíh en significación de alondra, y es coincidencia peregrina que en las escrituras otorgadas después de la conquista de Granada y en los Embargos de bienes de moriscos de este reino en que se hace relación de sus alhajas y ajuares, se encuentre repetidamente un adorno de mujer llamado Omalhacen, nombre árabe del ruiseñor. En la carta de dote y arras que otorgó Luis Abenzaide, herrador, en favor de Isabel Mercaleza, su mujer, hija de Luis Mercalez, que tiene la fecha de 27 de Enero de 1553 (Arch. de la Alhambra) se lee: un collar de aljófar con cinco lisonjas de oro y un frontal de aljófar que dicen Omalhacen. Esto demuestra, en mi sentir, que entonces, como ahora, usaban las mujeres pequeños dijes de oro y plata con esmaltes, y con aljófar o pedrería por adorno de sus tocados, que afectaban la forma de pájaros. 
Acacalis cast., port. y mall. Arbusto medicinal de Egipto. 
"El acacalis es fruto de una mata de Egipto en algo semejante al que nace del tamarisco. De aquesta planta tenemos solamente el nombre en la Europa: y su fruto nunca jamás viene por estas partes: dado que algunos muestran por él la simiente de la Thuya Pliniana." Diosc. ilust. por Lag. Lib. I, p. 73. 
El acacalis es el athel, que se encuentra en ár. bajo la forma acâcalís, del gr*. V. Aben Albeitár, Traité des simpl., trad. Leclerc, I, p. 25. 

ACADUZ. Minsheu, Oudin, Diccionarios. Lo mismo que alcadus y arcaduz. 

Acafelar port. Tapar huma porta, fresta, janella ou outra quolquer abertura do muro, ou parede com pedra e cal. Sta. Rosa, Elucidario. 
Léese en la Crónica de Damián de Goes, Part. II, Capítulo XVIII, al hablar de la toma de Cafim: "mandou tapar as Bombardeiras antes que os Mouros viessem com pedra e barro, e acafelar de maneira que parecía tudo parede igual." Sin parar mientes Frai Joaquín de Sta. Rosa que en el pasage trascrito se habla de diferentes operaciones, como lo declara la partícula conjuntiva e, interpretó el verbo acafelar por tapar huma porta, fresta, janella ou outra qualquer abertura do muro ou parede com pedra e cal, en cuyo error, y por la misma inadvertencia, 
incurrieron Moraes y Sousa. Lo que el Cronista dijo fue, que después de tapar las cañoneras con piedra y barro, se acafelaron, o, lo que es lo mismo, se empegaron o revistieron con pez o betún en términos que quedó toda la pared igual. Este verbo viene del nombre cáfar que se 
registra en Freytag, aunque no lo haya encontrado Dozy, y significa: pix qua picantur naves, o sea la pez con que se empegan o embadurnan las naves, o más bien de cáfar, perixma, betún, espalde (el *gr). betún judaico en P. de Alcalá, bitumen iudaicum, cafar alyehúd en Freytag. La raíz de este nombre se encuentra en el verbo hebreo cúfer, que entre sus varios significados tiene el de oblevit aliqua re, ut pice, picavit, como, hablando del arca de Noé, se lee en el Gen. Vi, 14: y la embetunarás por dentro y por defuera con betún. (calafate).

ACAIAZ, acayad, alcaiaz, alcayad, alcayat. Lo mismo que Alcaide. 
Un Moro latinado bien gelo entendió: 
Non tienen poridad dixolo Abengalvon. 
Acaiaz, curiate destos, ca eres mio Señor: 
Tu muerte oí conseiar los Infantes de Carrión. 
Poema del Cid, v. 2675. Sánchez, Colec. de Poes. Cast. ant. al siglo XV. 

ACARNAR cast. Estrella de primera magnitud en el extremo central de la constelación de Eridano, de ajar-an-nahr. Alix. 

ACEA gall. Lo mismo que aceña. 

ACEAR cast. Según los Dic. de Stevens, Giral del Pino, Terreros y Castro, ceremonia religiosa de los moros, de salá y con el art. ár asalá o azalá, la oración. Terreros trae accear. 

ACEBACHE cast., gall, y port. Lo mismo que azabache. 

ACÉBAR. Lo mismo que acíbar
Le darás tres pildoras del acébar cecotrí fechas por esta guisa. Lib. de Montería del Príncipe D. Juan Manuel. Bibl. Ven. lII, p. 223. 

ACEBIBE, acebiu cast., passa, uva passada, uvas passas en P. de Alcalá, ciruela llamada aragonesa de la cual se hacía pasa. La primera de estas palabras viene del nombre de unidad acebibe y la segunda del colectivo acebib. No es de extrañar que en Aragón se dé este nombre a la ciruela pasa, porque, según Aben Albeithar (Traité des simpl. vol. II, p. 195, trad. Leclerc), con excepción del dátil, la voz acebib se aplicaba a todos los frutos secos. El mismo origen tienen, aunque su significado sea el de golosina, las voces port. acepipe y acipipe. 

ACEBUCHE, azebuche cast., acebúig val., azambujo, zambugeiro, zambujo, port. Las voces castellanas y portuguesas, a ser de origen arábigo, vendrían del nombre de unidad az-zembucha que se encuentra en P. de Alcalá y en R. Martín, así como la valenciana del colectivo az-zenbuch que se halla en Aben Loyon, en Aben Buclarix y en Aben Alchazzár. Considerando acaso Dozy que el vocablo acebuche no se encuentra en el árabe oriental sino una sola vez, según nos dice Freytag (Léx. II, p. 257), lo deriva del berberisco tsazambucht sin reparar en que esta dicción nunca pudo producir las formas arábigas ni las españolas. Con mejor acuerdo, mi docto amigo el Dr. Simonet le hace venir del adj. lat. acerbus, por el sabor amargo del fruto y la aspereza de su madera. 
Abona su opinión el hecho de encontrarse en el Idrisi (Geografía, p. 206 del texto ár. y 254 de la trad, francesa) el vocablo az-zembuchár, acebuchár o acebuchál, como nombre de un lugar entre Sevilla y Córdoba. Acaso el Acebuchar, aldea situada en los confines de la diócesis de Jaen. En los autores españoles de la Edad-Media es también frecuente este vocablo en sentido de bosque o terreno poblado de acebuches. Léese en el Libro de Montería del Rey D. Alonso, cap. XXXI (Bibl. Venatoria, t. II, p. 296): "El acebuchar, que es entre Alcántara et Estorninos, es buen monte de puerco en invierno et en verano." Y no desvirtúa ciertamente el origen asignado por aquél distinguido orientalista a nuestro vocablo acebuche la circunstancia de hallarse en el diccionario arábigo oriental del Camus la voz az-zabach en el sentido de olivo, *ar, porque el autor de dicha obra floreció a fines del siglo XIV y comienzos del XV y, a no dudar, debió tomarla de autores nacidos en nuestra península. En efecto, dos escritores españoles. Aben Albeitar y Aben Loyon traen aquel vocablo, no en la acepción de olivo, sino en la de acebuchina o fruto del olivo silvestre (nota: arbequina) o acebuche, como se lee en una nota marginal del Poema sobre agricultura de este último, fol. 14 v.: *ar. A mi parecer este nombre azabach dado al fruto del acebuche, formado acaso del árabe persa azabache, mediante la interposición de un *ar entre la primera y la segunda radical, para significar el color negro de la aceituna silvestre, no tiene relación alguna con la voz *ar o *ar.
La transcripción del adj. sustantivado acerbus por las formas arábigas *ar, en las que la r fue sustituida por el *ar duplicado por el texdid o por el *ar, y la s por el *ar denota el sonido de aquel vocablo en los labios de los hispano-latinos a la sazón de la conquista musulmana. 
La palabra acebuche se usó en lo antiguo por los árabes como nombre de cierta especie de dardo, sin duda por construirse de su madera. Por P. de Alcalá sabemos que este mismo nombre daban los moros granadinos a las sacaliñas o garrochas *ar. 
En el tratado militar de Hozail (ms. de la Bibl. Esc., n.° 1347, part. II, cap. 18), citado por Freytag y Alix, se habla de la bondad de la madera del acebuche para hacer arcos. 

ACECALAR cast. ant. Lo mismo que acicalar. 
"El traía muy buena loriga e brafoneras e pespunte cubierto de muy rico paño de seda e las coberteras otrosí; e capellina de fierro traía muy buena e muy bien acecalada." Gran conquista de Ultramar, lib. II, cap. XLII. 

Aceche, azige en Nebrija y P. de Alcalá, acije, azache cast., mall. acel., port. azeche, de az-zách atramentum en R. Martín, tinta, caparrosa, vitriolo, ácido sulfúrico, cuyo vocablo arábigo se convirtió por la iméla en az-zich o azig, como lo trascribe P. de Alcalá. V. Aben Albeitar, trad. Leclerc, t. II, p. 193. La etimología es de Rosal y Alix. 

ACECHIA, a. Lo mismo que acequia. Minsheu, Dic. 

ACEDARAC, acedaraque cast., asedarac port. (Melia azedarach), de acedarajt. Casiri y Alix. Según Aben Albeitar, esta palabra debe escribirse regularmente azád-dirajt conforme a la etimología persa. En efecto, la palabra azád en persa quiere decir libre y la voz dirajt árbol. Es uno de los vegetales en el que se ha querido ver el persea de los antiguos. (V. Aben Albeitar, trad. Leclerc y Aben Alawan, Lib. de Agricultura, I, 512). 
Según la leyenda, se le dio el nombre de árbol libre, porque Mechnún, el célebre amante de Léila, salvó uno de esta especie del hacha de un jardinero por la semejanza que encontró entre él y el talle de su enamorada. 

ACEFA cast., aceifa cast., gall, y port., ceifa port. y gall. Estas palabras, que no se encuentran en el Glosario de Ducange, se hallan bajo sus primitivas formas acepha, aceipha, azeipha y zepha en nuestros antiguos cronicones con la significación de ejército. Hablando de D. Ramiro II, dice Sampiro: "Deinde post duos menses AZEIPHAM, id est EXERCITUS, ad ripam Turmi ire disposuit et Civitates desertas ibidem populavit." (Cronicón, ap. Flores, España Sagrada, t. XIV, p. 453). Y en el Silense, refiriendo las victorias alcanzadas contra la morisma por Alfonso III, se lee: "illa quidem alia ACEIPHA Cordubensis Valdeniora venit fugiendo. Rege vero persequente omnes ibidem gladio interempti sunt." Y más adelante, al narrar las campañas de Ordoño II, escribe: Deinde alia AZEIPHA venit ad locum quem vocitant Mitonia et inter se conflitantes ac proelium moventes corruerunt ese ambabus partibus. Ex hinc in anno tertio, tertia venit AZEIPHA al locum quem dicunt Alois. (Chronicón, ap. Berganza, Ant. de Esp. Part. 2a.
Apéndice, p. 534 y 535). 
En cuanto a zepha y azepha aparecen respectivamente en la inscripción empotrada en el muro del claustro del monasterio de Cardeña, en conmemoración de los doscientos monges martirizados por el titulado rey Zepha, y en las Memorias antiguas que están después del Chronicón de Cardeña en que se refiere el mismo suceso: "Era DCCC.LXXIX vino el rey Azepha en Castilla." (Ap. Berganza, op. cit., part. I, p. 134 y 135). Trascripción de estas formas arcaicas son acefa, que se encuentra en el Diccionario de Castro, y aceifa que registran el de la Academia y el del dialecto gallego en acepción de hueste, ejército. 
Acaso pudieran traerse las formas acepha, acefa y zepha de az-zeff, acies, ordo en R. Martín; pero yo creo que el vocablo acies, sinónimo, a no dudar, de ordo, en el art. del lexicógrafo catalán, no debe tomarse por ejército, sino por la acies instructa de Cesar, es decir: por el ejército dispuesto en orden de batalla por el haz de batalla que da por significación P. de Alcalá a la dicción arábiga. (fascis, falangefeix en chapurriau)
El origen de todas las voces que encabezan este art. no se ha de buscar, pues, en az-zeff, sino en az-zeifa, az-zaifa y por reducción del diptongo ai en e az-zefa (hebreo *hbr exercitus), que en nuestro romance castellano suena, no solo la escursión primaveral o veraniega de los árabes a país enemigo, sino también, según Lane, el ejército que la ejecuta, sea de mar o de tierra, como lo declara el siguiente pasage de Cansino (Grandezas de Constantinopla): "Después llegaron la gente de guerra del mar que van en la armada real que llaman azafes. V. Castro, Dic. in v. azafe. Las palabras el rey Zepha de la inscripción del monasterio de Cardeña y el rey Azepha de las Memorias, no son, en mi sentir, más que la traducción de las palabras arábigas amir, sultan, melic o guali az-zepha, o sea, el general, el jefe superior del ejército, el príncipe o rey que lo mandaba. (zepha : cefa : el cabeza, como en cefalea, encéfalo).
El mismo origen tienen las palabras portuguesas aceifa y ceifa carnicería, proscripción, porque la arábiga az-zeifa no denota simplemente la escursión militar, sino la racia que tiene por objeto extragar, asolar, saquear al país enemigo, aventar a sus habitantes o pasarlos al filo de la espada, como se deduce de la definición a warring and plundering expedition in the *ar que nos da Lane de aquella dicción. 
Además de esta, las voces aceifa y ceifa port. y gall, denotan cosecha, mies, tiempo de la recolección, y en este sentido vienen, como se lee en Engelmann, de az-zeifa, estas por aestas en R. Martín, cosecha, mies en P. de Alcalá, o de az-zeifa que se encuentra en el Cartás 
en significación de verano, recolección o cosecha. V. Dozy, Supl. 

Aceite cast., port. azeite, de az-zeit. Guadix. Ap. Covarrubias, Tesoro. 

Aceituna cast., basc., azeitona port., de az-zeituna, oliva pro fructu et arbore en R. Martín, oliua o azeytuna, zeytuna en P. de Alcalá, de donde Engelmann copió la forma: "Ogaño no hay aceitunas ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo." Quijote, 2.a part., cap. LII. 

Continuará ...